Dos cuerpos un espiritu
Una noche de Luna llena iba caminando una joven elfa, su vestido largo y morado ondeaba con la fina brisa, su paso era bastante relajado, se deleitaba con las flores que se abrían con la oscuridad, con sus suaves perfumes, sus delicados pétalos… También con las sombras que jugaban entre los árboles y con los animales nocturnos.
Un aullido oyó a lo lejos, parecía tan melancólico que decidió ir en su busca, caminó más rápido entre esos árboles, pues creía que el lobo pedía ayuda, pues aullaba y aullaba sin cesar. La joven elfa cada vez se entristecía más y cada vez estaba más dispuesta a encontrarlo, costase lo que costase, porque no podría ser feliz después de escuchar esos lamentos, tenía que cambiar, ese lobo debía de ser feliz.
Sabía donde se encontraba el animal, y no sabía el por que, algo raro estaba ocurriendo, no entendía nada., su vestido se engancho varias veces en ramas o troncos caídos, pero no le dio importancia. Caminaba deprisa con su vestido hecho pedazos. Hasta que en la distancia observo un pino que crecía de forma extraña, pues en vez de crecer hacía arriba crecía horizontalmente, en ese mismo árbol subido en él, se encontraba el lobo, que curiosamente la miró aunque aun se encontraba lejos, la elfa pudo sentir sus ojos en ella, unos ojos verdes como la fresca hierba, no amenazantes sino que invitaban ha acercarse y se dio cuenta de que era una hembra.
La elfa llegó a su lado y la loba con un gesto la invito a subir, ella se subió y pudo observar un paisaje digno de ser admirado, desde allí, desde lo alto de aquella montaña se veía el mundo como algo pequeño insignificante. La elfa se abrazó la loba y juntas se quedaron observándolo todo, bañadas por la luz de la luna. Desde ese momento las dos fueron una. Se cuenta que cada una siguió su camino pero que el espíritu de ambas esta unido para siempre.
-Kelvariel-
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