Kay la niña lobo
La madre la agarró con una delicadeza propia de su especie y la reunió con los demás hermanos
- Kay ten cuidado con esa curiosidad que tienes, algún día puede llevarte muy lejos, para bien o para mal. Ten cuidado pequeña.
Los lobeznos emitían gemidos de placer y frustración cuando conseguían o no la nutritiva leche de su madre.
La primavera iba pasando y al cabo de varias semanas los cachorros empezaron a salir al exterior siempre vigilados por los demás miembros de la manada.
Los lobeznos no conocían los peligros que les acechaban en los montes y jugaban felices sin preocupaciones. Los lobos adultos se acercaban a los pequeños para conocerlos y alguna vez jugaban con ellos.
La tarde iba cayendo y el macho alfa empezó a aullar le siguieron los demás y aquello se convirtió en un coro, digno de ser escuchado. Al poco tiempo se marcharon de caza dejando de nuevo solos a la madre y los cachorros.
Kay junto con su hermano Suk jugaban revolviéndose en la fresca hierba mientras se daban pequeños mordiscos sin importancia, los demás no se separaban demasiado de su madre.
La negra noche caía cuando llegaron los cazadores, Suk y Kay fueron los primeros en acercarse a pedirles comida a los adultos lamiéndoles los belfos. El macho más grande les regurgitó parte de la presa antes ingerida, Kay cogió el trozo más grande y se escondió detrás de un arbusto para comérselo tranquilamente sin las molestias de sus hermanos.
Los días pasaban y Kay se alejaba cada día más para comer.
(Continuara....)
-Kelvariel-
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