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El susurro de los Arboles

La loba errante

La noche era oscura, no había luna. Solo una pequeño y débil punto de luz a lo lejos, o eso era lo que podían ver los ojos de la loba errante. Decidió caminar hacia allí, quería ver algo, y allí había luz. Convencida empezó a dar un primer paso, otro. Algo le decía que debía retroceder, se paró.

- ¿Qué debo hacer?- Dijo a la oscuridad que le rodeaba.

<<Acércate a la luz, ¿no buscabas luz? Pues ahí la tienes>>

La loba caminó de nuevo hasta que otra voz le habló

<<Ten cuidado, no ves que la luz es extraña, no te acerques>>

<< Vete de una vez, era lo que buscabas>>

- Tienes razón era lo que buscaba e iré hacia allí- Contestó a esas dos voces, que en realidad eran de ella misma…

Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo, pero siguió avanzando, paso a paso… Los árboles parecían grandes demonios y el ruido de las hojas secas la hacían estremecerse, pero había tomado una decisión, y aunque mucho la costará la llevaría acabo.

Una fuerte lluvia empeoró la situación, todo su cuerpo se estremeció pero ya estaba decidida y continuó…

Continuando su camino se dio cuenta que era una luz de un color bellísimo, pero no dejaba de moverse, así que la loba continuó detrás de ella. La llevó a una cueva sin salida, donde le esperaba un lobo gris con ojos amarillos brillantes y una sonrisa extraña.

-¿así que aquí estás pequeña loba? Ven, acércate a mí, debes de estar helada- con un gesto de su cabeza hizo que la luz se acercara a ambos y empezara a expandir calor. La loba blanca empieza a sentirse mejor por un momento. El lobo gris aprovecha y se tumba a su lado, y le empieza a acariciar delicadamente, hasta que la joven loba duerme.

La loba en sus sueños ve parajes desiertos, bosques quemados, ríos secos, animales muertos y una infinidad de desastres.

Despierta y ve que el lobo gris la sonríe, pero en su sonrisa ve falsedad.

“¿Dónde estoy? Se pregunta ella, ¿esto era lo que realmente buscaba?

“No ves que no, aquí solo encontraras pesares, falsedades y quizás algo de placer que no te llenará”

“si, aquí tienes lo que buscabas, luz, un lobo que te quiere, compañía. ¿Pero tú qué más quieres?”

La loba mira de nuevo al lobo, y asiente

“aquí estoy bien, no puedo pedir más”

Pero noche tras noche vuelve a tener los mismos sueños y día tras día deja de escuchar a una de las voces, solo puede oír que se tiene que ir de allí cuanto antes.

Un día que el lobo se había ido de caza ella se puso a buscar una abertura por donde pudiera  continuar su camino. La encontró, era muy pequeña pero al rascar un poco pudo crear un camino lo suficientemente ancho para poder pasar.

Espero pacientemente hasta que el lobo llegase, tampoco quería irse sin despedirse. Fue muy larga la espera, pero al final el macho apareció, sin comida entre las fauces y con expresión alegre.

-Lobo gris, he de irme, este no es mi lugar, lo siento.

- ¿Estás segura?

- Sí

- pues ve, me has alegrado estos días, pero no puedo retenerte.

La loba blanca, corrió por el pequeño camino sin mirar atrás hasta que estuvo a punto de chocarse con otro lobo, este de pelaje negro.  La loba le miró y se alegró de verle, le ofreció compañía pero este se la negó. Así pues la loba continuó su camino, orejas gachas y algo triste.

Sin esperárselo vino el lobo negro de nuevo, y bajando la cabeza se ofreció a acompañarla, la joven loba no se lo creía, y volvió a caminar feliz.

En unos días ambos salieron de la oscuridad y se encontraron en un boque en el que brillaba la luz del sol, donde el agua cristalina corría montaña abajo, los pájaros cantaban, y donde había abundantes animales. Los dos se miraron sorprendidos por el descubrimiento, y disfrutaron felices de lo que les ofrecía el paisaje. Juntos pasaban los meses y al dormir, la loba blanca dejó atrás sus sueños con desastres y soñaba con cosas bellas.

Por fin había encontrado lo que buscaba.

 

-Kelvariel-

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